Orientativo para las confesiones

Sacramento de la Penitencia o Reconciliación

“En el sacramento de la penitencia, los fieles obtienen de la misericordia de Dios el perdón de las ofensas que han hecho al Señor y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia a la que ofendieron con su pecado y que, con su amor, su ejemplo y su oración, les ayuda en el camino de la propia conversión” (Ritual de la Penitencia).
* * *
Te dispones a recibir el sacramento de la Penitencia
Pide a Dios que te ilumine
para reconocer tus pecados.
He aquí un fragmento del Evangelio según san Marcos:
“Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía : Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia”

Ahora, analiza tu vida serenamente,
para descubrir cuáles son tus necesidades de conversión:
En relación con Dios:
– la oración, el sentido de providencia
– la atención y el crecimiento de la fe
– el buen ejemplo de cristiano, la santificación del domingo
– el ser miembro de la Iglesia…
En relación con los hermanos:
– haz memoria del respeto, el amor y la fidelidad familiares
– del cumplimiento de tus deberes de esposo o esposa, hijo o hija
– del trato laboral justo, de la ira o el odio
– de la falta de ayuda al necesitado y de sensibilidad social
– del erotismo y el afán insaciable de confort
– del bien que, expresamente, has dejado de hacer
– de los abusos a indefensos y de la aceptación de personas
– de las murmuraciones, juicios infundados, mentiras y trampas
– de los deseos impuros
– de la falta de esfuerzo para atajar las raíces del pecado
– del afán de riqueza o poder
– del materialismo práctico…

Antes de confesar los pecados
Ora con estas palabras del salmo 50:
“Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme. No me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación”.
Puedes recitar Yo confieso ante Dios… También el Padre nuestro, en el cual se suplica confiadamente el perdón y se acepta ofrecerlo también a los hermanos.

Ahora te acercas al sacerdote
y, con humildad y sencillez, confiesa tus pecados
El, en nombre de Cristo, te absolverá.
Así conseguirás la paz con Dios y con la Iglesia.

Tus pecados han sido perdonados
No obstante, este perdón no es el final del proceso penitencial. La verdadera conversión deviene completa por la satisfacción de las culpas, la enmienda de la propia vida y la reparación del mal. Cumple, por tanto, la obra penitencial indicada por el ministro y esfuérzate en mejorar tu vida. Contando, naturalmente, con la ayuda de Dios.
Da, finalmente, gracias al Dios de la misericordia
Ahora sabes que “su amor es eterno”. Por el ministerio que el Señor confió a la Iglesia te ha concedido el perdón. Puedes dar gracias de este modo:
“Dios y Padre nuestro, tú me has perdonado los pecados y me has dado la paz;
haz que perdone las ofensas de los demás y que trabaje para hacer obra de paz en el mundo.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén”.

S.I. Catedral B. de Barcelona
Año del Señor 2017

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